Puentes

 

 

 

Un saludo muy afectivo a todos. De inicio les comento: ¡ser estudiante universitario no es nada sencillo! Curso mi tercer año de bachillerato y luego de haber sido bombardeado todo el semestre con diversos trabajos y exámenes, los profesores como que se confabularon y desenfundaron sus últimas armas. Pero salí vivo, ahora es tiempo de habitar letras. Pero, en lo que me repongo de esta pequeña batalla y me sano viendo las películas que dejé pasar mientras estudiaba y trabajaba, les cuelgo un intento de ensayo con el que gane una mención honorífica en el certamen literario de la UPR en Cayey. 

 

Imagen

“Para verdades trabajamos, y no para sueños.

Para libertar a los cubanos trabajamos,

y no para acorralarlos”.

José Martí

 

Por cuestiones de dimensiones geológicas, Cuba puede ser catalogada como la madre del archipiélago antillano.  Es un paraje repleto de historia, desde sus puertos hasta sus montañas.  La calidad humana que se respira, la pobreza de arrabal, las grandes mentes que se cuajan en centros de estudio y los calderos pringados de hollín llenos de moros con cristianos es lo que perfuma su aire. Eso es Cuba, un estadio de esperanza marchita.  Cuba carece de muchísimas cosas y es poseedora de muchas otras, sin embargo, necesita una cosa más: un puente.

Sumerjámonos en la historia y nademos entre los charcos de sangre que dejó la guerra hispano-estadounidense, mal llamada: guerra hispanoamericana.  Tras la explosión de un navío estadounidense en puerto cubano, territorio perteneciente a España en ese momento, comienza en el archipiélago antillano una batalla sin precedentes que cambió el rumbo de muchos lugares que hoy día viven las consecuencias de ese suceso.  Como resultado, las pocas colonias que le quedaban a España bajo su posesión, pasaron a ser de los Estados Unidos de América. Cuba, posteriormente, obtuvo su independencia.  Hasta los momentos de la guerra hispano-estadounidense Cuba servía como una ruta sumamente estratégica bajo la Corona española, hoy día es un lugar que vive de añoranzas y buenos deseos para los suyos, presentes y emigrantes.

Cuba es una amalgama de sangre africana, sangre española y muchas otras más que añora que se recuerde su existencia. Muchos cubanos salen a diario a buscar suerte en otros países, Estados Unidos mayormente,  pero, lamentablemente, pocos la encuentran.  Tiempo después de llegar a esas ciudades agitadas, laten las ganas de saber de su gente, de su tierra y les nace la esperanza de que algún día las ideologías se inmiscuyan en otros asuntos y los dejen volverse hermanos.  De qué vale la diplomacia, la ingeniería, los consulados, si lo que se necesita es un puente.  Son noventa las millas que separan a Florida de Cuba, noventa para que, como dice Ricardo Arjona: “…primos puedan abrazarse como se merecen”. 

Si nuestro cuerpo está constituido de arterias, venas y capilares que se entrelazan y forman caminos de células y mares de líquido escarlata, por qué no podemos construir puentes alrededor del mundo.  Un puente de Estados Unidos a África, un puente entre las Antillas, un puente entre el Nuevo y el Viejo Mundo. Necesitamos ser más plural que singular, ser más gente.  Debería darnos vergüenza analizar que hemos ido a la Luna, que hemos construido grandes fieras de ingeniería  dignas de récords y no hemos tenido la valentía de cimentar, atornillar y cementar puentes que nos regalen paz y que nos brinden luz al final del camino.  Tenemos que enamorarnos de nuestra tierra y hacer surgir amor patrio para luego colgar puentes que sean vías de nuestra visión de mundo.

            Lola Rodríguez de Tió proclama en Mi libro de Cuba: “Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas…”. ¿Por qué no poseemos la gallardía de forjar un camino hacia un nuevo estilo de vida? Imaginemos un mundo repleto de abrazos y de comunicación efectiva entre hermanos.  Donde las fronteras sean solo líneas trazadas por cartógrafos en los mapas y los muros de concreto sean para resguardarnos del frío y no de nuestra gente.  Apelemos a ese pájaro que concibe Rodríguez de Tió, montémonos en él y transformemos esas alas para que no se limiten a Puerto Rico y Cuba, sino que cobijen al mundo entero. Nuestro mundo comenzó siendo un supercontinente y, aunque fragmentado, ha mantenido sus raíces muy bien ancladas y todos descansan sobre una porción de tierra que nos ha dado el privilegio de vivir. Ese es el puente más grande que tenemos.

 

 

 

 

About axel1222

Luego de muchos 'oficios' durante mi adolescencia, terminé cautivado y enamorado de la literatura y sus ramificaciones.

Posted on May 27, 2013, in Uncategorized. Bookmark the permalink. 1 Comment.

  1. well-known a cool way to improve

Leave a comment