Trueque de la vida (cuento)

Imagen

 

Saludos habitantes, espero estén pasando excelentes vacaciones. Yo estoy tomando talleres de cuento intermedio con una excelente escritora puertorriqueña. Acá les dejo un cuento que me llena de mucho orgullo, con este gané el primer lugar en el certamen literario de la UPR en Cayey. ¡Disfrútenlo! 

            Permanecer así no es nada placentero, y más al saber que te debes a alguien. Yo me debo este tipo que aprieta teclas sin piedad como si compusiera en un piano cual Beethoven moderno. Estos años de vejez me han resquebrajado todo, tengo la piel curtida, pestilente y escamosa. De este estado al que estoy sometido hay algo positivo pues miles de gusanos devuelven mi carne en lugar de descomponerme. Estoy siendo reconstruido con la mejor de las cirugías cosméticas. Voy llenándome de sangre, fuerza y virilidad para salir a conquistar y volver a vivir. La vida está hecha muy difusa, es efímera y hasta duele permanecer en ella.

Ya no aguanto las cosquillas que los últimos gusanos causan en mi cuello, presiento que seré muy sensible, y lo podré confirmar cuando el escritor determine que voy a ser acariciado; ya sea por las cálidas manos de una mujer (si el escritor que determina mi vida es benévolo) o por una simple brisa de otoño (si es un escritor tacaño). Definitivamente lo tengo como a mi dios y solo a él le pido. Ya puedo mover los brazos. Increíble, en una fracción de tiempo inmensurable regresé de la muerte. Demonios, muerte: ¡que palabra tan fuerte! Sinceramente, es bastante cruel pues esta como que te agarra sin piedad y no pide permiso. Es como un bofetón con un balde de agua helada al mismo tiempo, te quedas en blanco, bueno, al menos así lo determinó el escritor, quizás es de otra manera. Ahora él se rasca una oreja y sigue escribiendo.  Ya esta etapa de lo que llaman vida está completa, no me toca vivir para morir, sino todo lo contrario: ya muerto, estoy más vivo.

El escritor se lleva continuamente las manos a su sien como si descorchara una botella de vino de reserva y drenara todo esto próximo a vivir. Por mi parte, soy un viejo y es tiempo de volver a mi casa para estar con mi mujer pasando un buen rato, quizás tomando una taza de té en el porche y viendo como mis nietos destruyen un césped que con mucho esmero en algún momento planté. Mi doña sabía como iba a ser nuestro romance, presumo que el escritor tuvo que haberle explicado, en una nota al calce quizás, y así prepararla mentalmente. Ella me recibió con beneplácito y alegría. Debo admitir que me equivoqué pues me entregó una copilla de vino tinto en lugar de té, idónea para apreciar el atardecer de película hollywoodense que ocurría.

Tengo entendido que esta es la gran vida, al menos por lo que narra el escritor con aires de compositor al tatuar mi historia en papel. Que manera de respirar este aire contaminado y que forma de ver la vida al saber que el resto del camino está adoquinado para vivir pues ya la muerte ha sido superada. Es de noche, creo que debo ir a acostarme, mañana es mi último-primer día de trabajo. Creo que estaré cerca de cuarenta años viendo como millares de papeles van, se arremolinan un rato sobre mi escritorio y se marchan sin perdón.

Dormí en mi lecho con mi señora, pero el escritor optó por colocarle puntos suspensivos a la sorprendente magia de esa vigorosa noche. Definitivamente era un tipo tacaño.

¡Qué molestia! Esto de ir en corbata es algo que aún no tolero. Que más da, ya estoy aquí, ahora me toca someterme a la rutina colectiva. Nunca el escritor narró nada sobre este reguero de cartas con dibujos de corbatas, maletas, un pastel y hasta un reloj de oro sobre mi escritorio.  Solo deja que le cuente a mi doña en la tarde sobre esta despedida que me hicieron, que más bien está sazonada como una bienvenida. 

Poco a poco me acostumbro a levantarme cada día para volverme un tipo casi sincronizado, me resto enfermedades y dolencias mientras me sumo juventud y fuerza. Confieso que no es del todo placentero saber que mi esposa y los míos se están yendo con la muerte mientras yo coqueteo hasta con las nuevas secretarias a medida que disfruto de mi pensión de retirado.

Ya culminados estos cuarenta duros años puedo decir que los viví bien pues aunque terminé devengando un salario lo suficientemente mísero, acabé donde se supone que hubiese comenzado en algún momento. Ahora es tiempo de vivir, gozar y pasar buenos tiempos con los amigos en la universidad, preparándome para iniciar una carrera ya culminada.

Disfruto tener sexo salvaje sin control ni medidas y muy deprisa, pues el tiempo como que me quiere traicionar; asimismo desbordo litros de alcohol a mi sistema. Considero que si el estar en el porche con mi mujer viendo un atardecer o recibir los mejores recuerdos y presentes en mi último-primer día de trabajo era chévere, esta era la gloria. Sé lo que me deparará mi futuro pues el pasado para mí es una incógnita. Debo añadir que curiosamente vivo ahora con mis padres, hecho un tanto dificultoso cuando la familia que formé se queda atrás, y el escritor entre ríos de tinta y bosques de papel, me obliga a continuar.

Doy pasos agigantados y no tengo la capacidad de controlarlos. Mientras tanto, el escritor sigue emanando palabras sin pena alguna. Es como si las palabras fuesen kamikazes que se suicidan en mi piel y me degradan.  No trabajo en nada ni me canso. Mi único deber, al momento, es ser un buen hijo, cuidar de un perrito que me persigue a todos lados cuando estoy en casa e ir al colegio, al menos eso comentan un señor y una señora, deben de ser mis padres. En las afueras juego en los columpios y me divierto. Me balanceo sin miedo a caerme y quebrarme un hueso y siento como el viento se amolda a mi piel. Tarareo en las clases, aprendo de sumas y restas con palitos y manzanitas, conocimientos que en algún momento tuve y perdí. Ese diminuto golpetear de la campana me libera de una prisión construida este escritor entre letras y letras. En el colegio juego, me vuelvo más humano y como decenas de diferentes platillos sin preocuparme si aumento o bajo de peso. Estos momentos los complemento con manchas de jugo color rojo sobre mi camisa, misma que mi madre lava con una sonrisa marcada pues hago lo que cualquier niño.  

Rápidamente me he convertido en un ser algo perezoso. Lo único que hago es comer, dormir, babearme y descubrir un mundo que fue completamente mío. Luego de estos pensamientos filosóficos, nada correspondientes a un niño de dos años, me gustaría saber, escritor, ¿por qué rayos se paran frente a mí y comienzan a hacerme morisquetas y a hablarme de una manera extraña? No hablo en diminutivos y no hago tantísimas muecas para que me torturen de esta manera. ¿O sí?

Pierdo funciones motoras que antes dominaba. No quedan vestigios del ser que se alcoholizaba o se remendaba el corazón al sufrir en silencio por alguna chica. No sé como, pero ahora vivo en un apartamento muy pequeño donde afortunadamente se me permite ser egoísta y darme vida de rey. Aquí dentro me ponen musiquita, es acogedor y me atrevo a decir que es un castillo casi acuático. El escritor narra que no fue él quien tuvo la idea de colocarme aquí y hará todo lo posible para colocar las palabras idóneas y así hacerme sentir cómodo. Creo que se trae algo entre manos y tinta.

            Continúo degradándome, ya me resigno. Ahora que sé que estoy abandonando este mundo, te diré algo escritor: esto es injusto. Soy un rey, sí, pero en un castillo abandonado que se reduce a nada día tras día. Justo ahora que me veo reducido a un simple embrión, me atrevo a decirte que si tuviese que vivir nuevamente así, no lo aceptaría pues aunque es un goce diferente, prefiero cosechar una vida de éxitos trabajados y no llegar pringado de méritos que me dejarán, al cabo del tiempo, sumamente hambriento.  

            No hay que abarcar en esto, ya no soy humano, solo un líquido viscoso que por cosas de la vida, y por decisión de mis padres, según determinó el escritor, terminó siendo devuelto al cuerpo de mi padre producto de una sensación extravagante llamada orgasmo. 

About axel1222

Luego de muchos 'oficios' durante mi adolescencia, terminé cautivado y enamorado de la literatura y sus ramificaciones.

Posted on June 21, 2013, in Uncategorized. Bookmark the permalink. 1 Comment.

  1. Mis Textículos

    La idea es buena, fácil de seguir; pero el narrador en primera persona, si bien cuadra al principio de la narración, cuando narra desde la tumba porque ningún otro podría verlo, resulta impropio cuando narra siendo bebé. Una de las cosas más difíciles del oficio es la de acertar con el narrador adecuado. En este tipo de historias un buen ejercicio es probar con distintos puntos de vista y diferentes narradores y comparar con cuáles resulta más creíble. De todas formas, no es una historia fácil de contar y, salvo esta observación, se puede decir que tiene fundamento y muy buenas maneras.
    Saludos
    Mis Testículos

Leave a comment